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A principios de este año, una gran parte de las empresas a nivel mundial seguían creyendo que la asistencia física del trabajador en su puesto de trabajo daba como resultado una mayor productividad. De hecho, hasta principios de 2020 tan solo un 7% de los trabajadores españoles teletrabajó alguna vez.
La gran mayoría de las empresas no apostaba por este modelo de trabajo, sin embargo, la llegada de la COVID-19, el confinamiento y el distanciamiento social ha obligado a muchas empresas a transformarse digitalmente y a adoptar nuevos modelos de trabajo para mantener las operaciones en funcionamiento.
Ante esta nueva situación muchas empresas decidieron implantar el teletrabajo para mandar a sus trabajadores a trabajar desde casa, sin embargo, muchas otras quisieron ir más allá, e implementaron el llamado Smart Working (Trabajo inteligente), un nuevo modelo de trabajo que fusiona el teletrabajo con las nuevas tecnologías, para que los trabajadores sean completamente autónomos y dispongan de todos los recursos que necesiten para llevar a cabo su trabajo de la forma que ellos consideren mejor.
Por lo tanto, se puede definir el Smart Working como una nueva filosofía de gestión basada en dar a los trabajadores flexibilidad y autonomía tanto en la elección del espacio de trabajo, de horarios, así como de las herramientas a utilizar, pero con una mayor responsabilidad de los resultados. Implica el replanteamiento de las formas en que se realiza el trabajo, eliminando las limitaciones derivadas de estar en un espacio fijo y de los modelos tradicionales de oficina que están en desacuerdo con los principios de personalización, flexibilidad y virtualidad.
Cuando una empresa implanta el teletrabajo significa que tiene a sus trabajadores trabajando desde un lugar específico y estable, que, aunque ese lugar no es la oficina, y que normalmente suele ser en sus casas, siguen teniendo que cumplir una serie de normas, unos horarios y siguen utilizando unas herramientas establecidas por la empresa.
En el caso del Smart Working esas limitaciones quedan superadas, ya que el trabajador tiene libertad absoluta para decidir en todo momento desde dónde trabajar (casa, aeropuerto, tren, coworking, hotel, restaurantes, bares, salas de espera, etc.), incluso siendo cada día desde un sitio distinto disponiendo de una movilidad absoluta; cuál será su horario de trabajo, pudiendo también ser cada día un horario distinto; y qué herramientas quiere utilizar para realizar su trabajo.
Esta metodología de trabajo se basa en la confianza entre la empresa y el trabajador, en la comunicación clara y transparente entre ambos, y en el cumplimiento, por parte del trabajador, de sus objetivos. Con esto lo que se quiere conseguir no es que el trabajador trabaje una serie de horas establecidas, sino que cumpla con los objetivos que tiene. Para poder conseguirlo se necesita una buena coordinación por ambas partes.
El Smart Working no solo quiere lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida personal de los empleados, sino que intenta conseguir un cambio cultural y una evolución de los modelos organizacionales corporativos. Para ello, es necesario establecer una hoja de ruta detallada, por fases, que sea congruente con los matices tecnológicos, culturales y de gestión de la organización.
Es por esto, por lo que la tecnología juega un papel clave. El Smart Working requiere de una transformación digital en el lugar de trabajo, de la aplicación de tecnologías para conectar personas, espacios, herramientas y procesos de negocio, para conseguir una eficiencia y eficacia que maximicen la productividad cumpliendo con los objetivos y prioridades comerciales.
En cualquier caso, la metodología de Smart Working tiene una serie de características importantes que determinan lo que significa:
Con todo lo visto anteriormente no cabe duda de que el Smart Working cuenta con muchas ventajas, no solo para los trabajadores, sino también para las empresas. Y es precisamente por esto por lo que cada vez más empresas de diferentes sectores deciden implementar esta metodología:
Sin embargo, el Smart Working no es un modelo de trabajo perfecto, y también plantea varias preocupaciones. Trabajar fuera de la oficina puede reducir el compromiso de los trabajadores al aumentarse las distracciones. Además, al reducir las interacciones entre los trabajadores y de los trabajadores con sus jefes, existe riesgo de aislamiento por parte del trabajador y reducción de la productividad. También, difuminar los límites entre el trabajo y el hogar puede aumentar las horas extra y los niveles de estrés de los empleados.
Es cierto que el Smart Working no es una solución adecuada para todas las empresas, por ejemplo, las empresas que estén de cara al público no pueden tener libertad horaria y de localización, pero también es cierto que muchas empresas dejan que el miedo a perder el control sobre los empleados les detenga y decidan no implantar esta metodología, y eso provoca que se pierdan las muchas ventajas que tiene.
Al final de todo, son las empresas las que deciden si será beneficioso implantar esta metodología de trabajo, y de querer hacerlo deben decidir cómo y de qué manera. Para poder tomar mejor esta decisión es importante conocer todos los modelos que articulan el Smart Working:
La llegada de la COVID-19 ha sido un punto de inflexión en el proceso de transformación de las empresas, y aquellas que supieron reaccionar e implementar metodologías como el Smart Working han obtenido resultados más eficientes, y el impacto en la continuidad del negocio no ha sido tan negativo.
Smart Working es una forma de teletrabajo, pero más eficaz y eficiente, que tiene como foco los resultados, y que ofrece una serie de beneficios tanto para los empleados como para las empresas que se deben tener en cuenta.
A pesar de las circunstancias que se están viviendo hoy en día, es una oportunidad para pensar, reiniciar, y reinventarse a nivel empresarial e individual. El Smart Work es la nueva realidad, y si se consigue implementar bien, las empresas conseguirán ser más productivas, competitivas y conscientes. Con esta metodología también aparecerán nuevas oportunidades comerciales que harán que la empresa prospere y sobreviva a situaciones extremas como la de la crisis de la COVID-19.
Las empresas deben ser conscientes de los cambios a los que se enfrentan. La nueva era digital implica muchos desafíos y capacidad para adaptar las empresas y equipos a una nueva cultura de trabajo.