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Coches autónomos y compartidos, propulsión eléctrica y otros avances están transformando la movilidad urbana. La forma en que la gente se mueve por las ciudades está cambiando drásticamente. Los avances tecnológicos y los nuevos servicios de transporte están haciendo posible que los habitantes de las ciudades atraviesen la ciudad de manera más eficiente y segura.
Estos cambios podrían tener profundos efectos económicos y sociales. Un análisis de McKinsey indicó que en 50 áreas metropolitanas de alrededor del mundo, donde viven 500 millones de personas, los sistemas integrados de movilidad podrían generar beneficios como una mayor seguridad y reducción de la contaminación, por un valor de hasta 600.000 millones de dólares.
Debido a que cada ciudad es única, la transición a la movilidad integrada también se desarrollará de manera diferente y producirá resultados diferentes, de una ciudad a la siguiente. El ritmo y la magnitud del cambio dependerán de factores como la densidad de población, los ingresos en los hogares, la inversión pública, el estado de las carreteras y la infraestructura de transporte público, los niveles de contaminación y congestión del tráfico y las capacidades de gobernanza local.
Según datos de McKinsey & Company hay una serie de tendencias que están influyendo en los sistemas de movilidad urbana en todo el mundo y que tienen y tendrán un mayor impacto en el desarrollo de la movilidad integrada en las ciudades.
En términos generales, los sistemas integrados de movilidad podrían mejorar la vida de los habitantes de las ciudades en varios aspectos.
Todo esto no quiere decir que la transición a la movilidad integrada no tenga también inconvenientes. Podrían ocurrir, por ejemplo, cambios en el empleo a medida que se desarrollen más coches autónomos y coches eléctricos, reduciendo la necesidad de conductores y de mecánicos. Los funcionarios municipales también tendrán que asegurarse de que el coste de la movilidad sea equitativo, que los aumentos de kilómetros, de pasajeros y de vehículos resultantes del uso de los coches autónomos no empeoren la contaminación, el tráfico o la seguridad, y que el transporte público mejore el sistema de movilidad en su conjunto.
Pero los avances tecnológicos no solamente pueden cambiar y mejorar el tráfico urbano, también lo puede hacer el tráfico comercial. Este tipo de tráfico obstruye las calles de la ciudad, contribuye a la contaminación y aumenta el coste para las empresas. Pero, según McKinsey, hay muchas maneras de mejorar esto.
Las ciudades son el corazón de la economía mundial, representando más del 80% del PIB mundial. Carreteras, vías de tren, y otras formas de transporte son las arterias que nutren ese corazón. Cuando estos se atascan o se debilitan, los resultados son severos. Las empresas, los residentes y las ciudades sufren, y los costes económicos son altos, tanto como que hay pérdidas del 2 al 4% del PIB de la ciudad, en la pérdida de tiempo, el combustible desperdiciado y mayores costes para las empresas ya que cuando estos vehículos quedan en un atasco, las empresas acumulan mayores costes de combustible y mano de obra.
Los vehículos comerciales contribuyen de manera desproporcionada a la contaminación urbana y a la congestión. Son más propensos a hacer paradas y a bloquear el tráfico. En general, generan mayores emisiones de óxido de nitrógeno y otras emisiones. Y probablemente habrá muchos más vehículos comerciales en camino, debido al crecimiento económico y a la expansión del comercio electrónico.
Mejorar estas condiciones será difícil. Para 2030, mil millones de personas más vivirán en ciudades. El gasto en infraestructura, por otro lado, no está siguiendo el ritmo. Para hacer frente a todo esto, las personas y las empresas van a tener que utilizar las carreteras y otros activos mejor y estar dispuestos a adoptar nuevas tecnologías.
Ya están surgiendo diferentes soluciones que podrían aliviar la presión. Los vehículos comerciales autónomos, por ejemplo, serán probablemente los más atractivos al principio en lugares con altos costes laborales. Los drones funcionarán mejor en las ciudades de expansión donde hay un amplio espacio para aterrizar. Los coches eléctricos pueden y eventualmente funcionarán en todas partes.
McKinsey ha identificado soluciones a lo largo de la cadena de valor de la entrega de mercancía. Algunas de estas soluciones, tales como la agrupación de órdenes, la optimización de rutas y las entregas nocturnas, podrían implementarse de forma más o menos inmediata. Otras, como el uso de droides, robots, y coches autónomos, son realistas, pero probablemente falten muchos años para el despliegue a gran escala.
Cada una de estas ideas puede ayudar a mejorar el movimiento de mercancías, desatascar las calles de la ciudad y reducir la contaminación. Y cuando las empresas y las ciudades trabajen juntas para combinar dos o más soluciones, los beneficios se hacen aún más grandes: hasta un 30% menos de emisiones de vehículos y un 50% de costes de entrega más bajos.
Todas las soluciones tienen sentido en sí mismas, sin embargo, el transporte comercial en las ciudades sufrirá realmente una transformación cuando el trabajo sea conjunto. Diferentes combinaciones de trabajo para diferentes tipos de ciudades, diferentes clientes (B2B versus B2C), y diferentes usos (el mismo día frente a entrega tradicional).
Por ejemplo, el uso de vehículos eléctricos para realizar las entregas desde los UCC y durante la noche optimizará la utilización de la carga de mercancía y acelerará la entrega al tiempo que reducirá los costes y la contaminación.
Aunque en McKinsey creen que estos enfoques, solos y en combinación, serán buenos para la economía y el medio ambiente mundiales, son cinco sectores los que particularmente enfrentan retos a sus actuales modelos de ingresos y de operación: retail, logística, sector público, automoción y energía. Sin embargo, si los sectores se adaptan creativamente, podrían obtener beneficios sustanciales.