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La llegada de los dispositivos IoT es una realidad. Ya no estamos en una fase de adopción temprana sino que cada vez son más los dispositivos de este tipo que salen al mercado. El IoT ya están jugando un papel fundamental en los procesos de transformación digital de las empresas y las prestaciones actuales de este tipo de dispositivos no hará sino aumentar en los próximos años.
El IoT aportarán valor al consumidor pero también podrán ser utilizados para recopilar datos en operaciones industriales, en automóviles, drones o cualquier otro tipo de dispositivo. En definitiva, lo que promete el IoT es un mundo cada vez más conectado.
Como es de esperar la implantación del IoT en diferentes sectores económicos es dispar. Mientras que hay algunos sectores como las ciudades inteligentes para los que es indispensable disponer de dispositivos que permitan recopilar datos, en otros sectores su implantación está siendo más tardía.
Estas industrias que todavía se resisten a la adopción de IoT se caracterizan por ser sectores con una larga trayectoria, con un modo definido de actuación y con una cadena de mando reticente al cambio.
Recientes estimaciones apuntan a que el número de dispositivos IoT en el mundo alcanzará los 36.130 millones para 2021. Cada mes se conectan 328 millones de dispositivos nuevos a internet y se prevé que para 2022 es posible que cada hogar cuente con 500 dispositivos conectados.
Aunque la práctica totalidad de los sectores industriales están realizando inversiones o planean invertir en IoT, el grado de implantación varía según la industria. En cualquier caso, gracias al IoT para 2030 se estima que la aplicación de la tecnología a la industria genere 14,2 billones de dólares, lo que se traduce en un incremento en el PIB mundial del 1.5%.
Las industrias y sectores que más están apostando por el IoT son, en este orden, el sector financiero, el sanitario, el de telecomunicaciones, la producción industrial, el retail, en el sector energético y el transporte.
La traducción práctica de la implantación del IoT no es igual en todas las industrias ni en todas las empresas. Dicho esto las aplicaciones IoT destinadas a soluciones vehículo a vehículo (V2V) y de vehículo a infraestructura (V2I) son las que más rápido están creciendo, aunque las inversiones más grandes se dan en los sectores manufactureros y de transporte. Ambos sectores superarán los 150.000 millones de dólares en inversiones para 2022.
En España, la inversión en IoT en 2017 fue de 12.900 millones de euros, cifra que alcanzará los 20.800 millones en 2020.
En resumen, toda esta inversión se traduce en que el 45% de las empresas occidentales desarrollarán aplicaciones conjuntas de IoT, Inteligencia Artificial y tecnologías analíticas.
Una de las tecnologías que promete impulsar el crecimiento del IoT de manera definitiva es la irrupción del 5G. En este punto pasaremos de hablar de IoT a Massive IoT, ya que la densidad de dispositivos conectados se multiplicará por 100 (LTE-M soporta 100.000 dispositivos por km 2), mientras que el 5G permitirá 1.000.000 de dispositivos por km 2.
Por otro lado, la generalización del 5G traerá consigo la creación de las llamadas plataformas, que son el software que conecta los ecosistemas IoT, gestionando el flujo de datos, la administración de dispositivos o el intercambio de datos entre aplicaciones.
Ya existen algunas de estas plataformas como la Orange Live Objects, que permite el diseño end-to-end de soluciones IoT, pudiendo acceder a la configuración y gestión del parque de dispositivos, decodificación de mensajes, motor de reglas y almacenamiento seguro de los datos, incorporando APIs abiertas para el intercambio de información con las aplicaciones de negocio y facilitando materiales y manuales para que la adopción y diseño de soluciones IoT sea mucho más accesible.
Por otro lado, la ciberseguridad adquirirá un papel muy importante, siendo una de las mayores preocupaciones de las empresas. Así la inversión global en ciberseguridad aplicada a IoT ha llegado a los 1.325 millones de euros en 2018 uy superará los 2.700 millones en 2021.
La ciberseguridad es también una de las principales barreras para la adopción del IoT y las amenazas en este campo van desde el hacking, a la toma de control de los dispositivos o a la infección con malware.
En este último supuesto ya hay precedentes. En junio de este año un malware conocido como Silex infectó a más de 2.000 dispositivos IoT borrando su firmware y haciéndolos inutilizables. Hoy en día no existe una preparación adecuada para contrarrestar este tipo de ataques.
Actualmente la mayoría de las empresas (55%) creen que podrían ser objeto de un ataque en los próximos dos años y solo el 10% confía en que disponen de las herramientas necesarias para detectar un ataque.
Otra preocupación habitual es la posible modificación remota de los dispositivos IoT o sus funciones. Un ejemplo reciente reportado por Google es la modificación de cámaras Nest de segunda mano, que permitían a sus antiguos dueños obtener imágenes grabadas por estos dispositivos sin el consentimiento o conocimiento de su actual propietario.
En algunos casos, como en el de El IoT médicos, el hackeo de los dispositivos puede suponer un riesgo elevado. Cynerio, una compañía israelí, ha creado una solución basada en la visibilidad de las redes de telecomunicaciones hospitalarias, permitiendo a sus gestores ver actividades sospechosas. Al mismo tiempo el sofware de Cynerio detecta de manera automática qué dispositivos son vulnerables y cuáles no.
En resumen, y para concluir con el tema de la ciberseguridad, se podría decir que el problema deriva del uso de protocolos de comunicaciones anticuados como Telnet o FTP.
Según estadísticas recientes, el 40.3% de los hogares tienen más de 5 dispositivos conectados y el 40.8% de estos dispositivos contienen al menos una vulnerabilidad. Estas vulnerabilidades no están relacionadas con en el uso de protocolos de comunicaciones anticuados sino también con el de sistemas de autenticación con contraseñas simple.
El coste de implantación es otro problema que las empresas han de afrontar. Contando con que cada dispositivo IoT cuesta entre 10 y 50 dólares, sin contar costes de instalación, se estima que los proyectos más ambiciosos de IoT requerirían un presupuesto superior al millón de dólares. Un proyecto de tal coste implica la aprobación de varias capas directivas, que en ocasiones carecen de la experiencia tecnológica para comprender la importancia del IoT. El 32% de las empresas manufactureras declaran que la búsqueda de información es una barrera importante a la hora de implantar un sistema de IoT.
La inexperiencia o la falta de información sobre los beneficios del IoT a veces se combina con un escepticismo sobre el ROI que pueden proporcionar. Dada la capacidad transformadora del IoT, que en algunos casos puede transformar un modelo de negocio por completo, algunos directivos son reticentes a apostar por el IoT cuando los retornos sobre la inversión son poco claros. Este problema es citado como muy importante por el 34% de los directivos de empresas manufactureras.
Se han llegado a proponer alternativas al ROI como medida del éxito de un proyecto IoT, dada la especial naturaleza de los mismos. Dado que con la inversión e implantación del IoT no se busca por lo general un único beneficio sino una transformación que afecta a la marca, que genera beneficios, que crea nuevos modelos de negocio y que además reduce costes al tiempo que los monitoriza, se sugiere la adopción de un KPI más holístico.
Por ejemplo, la adopción del Return on IoT Adoption (ROIA) es una muy buena opción, ya que se calcula dividiendo el valor incremental generado por el IoT menos los costes operacionales del mismo entre la inversión inicial. Esta fórmula permite a las compañías una gran flexibilidad a la hora de calcular los posibles retornos, ya que en muchas ocasiones los beneficios del IoT no están del todo claros al inicio del proyecto y pueden sobrevenir una vez instalada la solución.
Ahora que la fase de despliegue de dispositivos IoT está más que asentada es hora de pensar en qué hacer con los datos que recopilan estos dispositivos. Como el volumen de datos será ingente se hará necesario invertir en tecnologías como Inteligencia Artificial y Machine Learning que permitirán una mejor gestión de dichos datos.
Otra estrategia que se asumirá para gestionar el gran volumen de datos son las estrategias de proceso distribuido: el Edge Computing y el Fog Computing.
El Edge Computing se postula no sólo como una forma de gestionar una ingente cantidad de datos, sino que, en conjunción con el Blockchain, incrementará la seguridad de las transmisiones de datos.
Ya hay compañías que combinan el uso de dispositivos IoT con el Edge Computing. Una de ellas es Akamai que gracias a su Edge Cloud puede gestionar grandes redes de dispositivos IoT con recursos limitados. El objetivo es utilizar el Edge Computing para superar las limitaciones inherentes a la escalabilidad de aplicaciones IoT.
Así las cosas, cabe establecer 10 tendencias clave para el futuro del IoT:
Aunque no se puede poner en duda el potencial transformador del IoT para las industrias de todo tipo aún queda mucho por recorrer en cuanto a la adopción generalizada de la tecnología.
En las capas directivas aún se ve con reticencia a una tecnología que promete cambiarlo todo sin que se especifique explícitamente cuales son los beneficios sobre la inversión. Los proyectos IoT tienen metas a largo plazo y muchas veces es difícil encajar esa visión con la inmediatez que requieren las compañías hoy en día. Por otro lado, la ciberseguridad es el mayor problema tecnológico que afrontan los proyectos IoT. El uso de protocolos de comunicaciones anticuados, herramientas de autenticación poco seguras o la migración de los hackers de los ordenadores a los IoT plantean un reto que quizá el Blockchain, el Cloud Computing y la Inteligencia Artificial puedan solventar.