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El Usuario no es tirano, es exigente


Por Juan Jose Dalessandro, Gerente de Negocios de Softtek


¿Cuál es el principal atributo que debe ofrecer una aplicación? ¿Usabilidad? ¿Simplicidad? ¿Diseño? ¿Utilidad? ¿Equilibrio entre estas?

El usuario ya no aplaude aplicaciones. Se alejó del papel que ocupó durante mucho tiempo en el que se sorprendía con lo nuevo porque no tenía los criterios suficientes para evaluar si un desarrollo le aportaba o no valor en la realización de alguna tarea específica debido a los escasos sistemas con los que operaba.Usuario de aplicaciones

Quizá se limitaba a usar de un software en su empleo y a navegar sitios webs precarios. La situación hoy cambió, y una persona promedio interactúa con 50 sistemas aproximadamente.

Nuestro smartphone nos facilita la gestión de redes sociales, operar una cuenta bancaria, trabajar desde la versión móvil de un software corporativo, enviar emails y lo que se nos ocurra. Pero, ¿Qué usuario se deslumbra por esto? Ninguno.

La proactividad del usuario en cualquier tipo de aplicación hizo que, además de ser un integrante clave del desarrollo, su demanda sea cada vez más exigente. 

Ahora, el usuario entiende que el sistema debe ser su intuitivo y esto se transformó en su estándar. Ya no concibe que una aplicación le presente complicaciones para la gestión. Pensemos que en el pasado muchos sistemas incluían entre sus opciones el menú “Ayuda” para entender el funcionamiento, algo que hoy sería impensado.

Por esto, el común de las personas se acerca a ser un experto en el uso de aplicaciones. Cualquier dificultad en la usabilidad denotará que el desarrollo no es el óptimo.

La experiencia del usuario le impide a las compañías ofrecer, a empleados o a clientes, la misma App o software de gestión sin variaciones durante 8 o 10 meses. En ese tiempo, los usuarios comenzarán a ver falencias porque verán que el resto de los sistemas con los que interactúan sí cambiaron y por eso, cambió su criterio.

Por ejemplo, sabrá que si su sistema bancario le ofrece una función relevante, también podría ofrecérsela su software corporativo en el caso que sea necesario. Y si no es así, lo demandará.

Las pequeñas y medianas empresas también tienen problemas con la actualización continua de sus sistemas. Concretamente, con mucho esfuerzo logran implementar aplicaciones pero el inconveniente aparece después de cierto tiempo porque muchas veces no tienen los recursos necesarios para adaptar permanentemente las funcionalidades a las nuevas necesidades.

La concepción del usuario cambió radicalmente y pasó de sorprenderse positivamente de lo nuevo a sorprenderse negativamente de lo estático e invariable.

Hace diez años, cuando salía un sistema operativo sabíamos que debíamos esperar varios años a la próxima versión. Actualmente, pocos meses después del lanzamiento de un nuevo SO (Windows, Android, IOS, etc.) comienzan a filtrarse datos sobre la siguiente actualización.

Indudablemente, el enfoque que debemos tomar es de la mejora permanente de las aplicaciones para que los usuarios realicen sus tareas con las herramientas siempre optimizadas.

Después de todo, el usuario no es tirano y reconoce a las aplicaciones que le mejoran la vida. ¿Cómo? Usándolas.